
Carta a Don Juan Luis Olivares
Valparaíso, 22 de Septiembre del año 2010.-
CARTA A DON JUAN LUIS OLIVARES AZÓCAR
Estimado Don Juan:
Mi celular comenzó a sonar a las 12.33 horas este lunes 20. Era mí estimado
amigo Pocho, quien me llamaba para darme la noticia que no quería escuchar:
“Murió Juanito, Kenneth”, me dijo. Sentí que las piernas y los pies no me
sostenían. La parca, a través de un cáncer al pulmón, ganaba nuevamente una
batalla. Sin embargo, sólo era un triunfo aparente, como Ud. verá.
En Iquique, una preciosa ciudad del norte chileno, dio a luz su persona un 19 de
Julio de 1947. Su madre, a quien conocí y tuve la oportunidad de conversar en
muchas ocasiones, fue doña Alicia Azócar. Pequeño aún, junto a ella, parten a
Santiago, viviendo en la calle Merced, un lugar de diversas librerías. A sus
cuatro años, se trasladan a Viña del Mar, donde cultiva sus primeras amistades y
su amor permanente por las historietas.
En 1968 se viene a vivir a Valparaíso, puerto del cual no se moverá y en el cual
desarrollará una existencia que contendrá todos los matices que ella tiene. Se
casará con Mery Oporto, con la cual tendrá cuatro hijos: Marcela Patricia, la
mayor, la que comienza la descendencia; Paula Maritza, la segunda en seguirla, y
los muy parecidos, pero, con identidad propia, Luis Guillermo y Juan Pablo.
Sin dejar de lado lo anterior y habiendo estudiado contabilidad, opta por un
camino singular, con el cual se sentía feliz: decide ser comerciante de libros y
revistas. Esta vía resulta ser la que le permitirá iluminar a todo aquel humano
que quiera saber sobre el noveno arte.
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Efectivamente, Ud. fue un testigo activo de la edad de oro de la
historieta en Chile. Lector y observador voraz, no perdonará
prácticamente ningún papel que contenga alguna letra y/o algún dibujo. Sus revistas favoritas fueron las editadas en México por la desaparecida Editorial SEA, posteriormente reconocida como Novaro. Títulos como Tarzán, El Llanero Solitario, Aventura, Domingos Alegres, Red Ryder, Roy Rogers, Gene Autry y otras más, amén de una larga lista de personajes que se presentaban en aquellas páginas, le alegraban el corazón y le permitían compartir diversos datos sobre el noveno arte. Gracias o a pretexto de las historietas, Ud. desarrolló con otras personas lo que para los filósofos griegos fue una expresa virtud, un regalo de los dioses: la Amistad. Y el tipo de relación afectiva que cultivó sin claudicaciones fue la que surge del bien, aunque en ocasiones no se la reconocieran o no la valorarán. Pero, Ud., igual perseveraba en ella. |
Me reconozco protagonista del tipo de amistad que prodigaba. En 1992,
cuando nos conocimos, no sólo me regaló aquello que ningún mercado puede
vender ni transar, sino que me permitió también desarrollar aquello que
para Cicerón y Séneca implican armonía, buena voluntad y afecto. ¿Quiere
pruebas? Gracias a Ud. pude desarrollarla y forjarla con Juan Alberto
López; Cristián Díaz; José Miguel Quezada, Carlos Castillo, Luis
Corvalán, entre muchos otros que me perdonarán que no los mencione, pues
sino, no término nunca.
Siempre que pasaba a saludarlo, ya fuera en la Avenida Argentina, la
Plaza O’Higgins, la Avenida Uruguay o cualquier otro lugar, la
conversación se hacía carne de inmediato y sólo las urgencias del
momento eran capaces de detenerla. Tengo que serle sincero: Por Dios que
voy a echarlas de menos.
Efectivamente, Ud. fue un testigo activo de
la edad de oro de la historieta en Chile. Lector y observador voraz, no
perdonará prácticamente ningún papel que contenga alguna letra y/o algún
dibujo.
Sus revistas favoritas fueron las editadas en México por la desaparecida
Editorial SEA, posteriormente reconocida como Novaro. Títulos como
Tarzán, El Llanero Solitario, Aventura, Domingos Alegres, Red Ryder, Roy
Rogers, Gene Autry y otras más, amén de una larga lista de personajes
que se presentaban en aquellas páginas, le alegraban el corazón y le
permitían compartir diversos datos sobre el noveno arte.
Efectivamente, Ud. fue un testigo activo de la edad de oro de
la historieta en Chile. Lector y observador voraz, no perdonará prácticamente
ningún papel que contenga alguna letra y/o algún dibujo.
Sus revistas favoritas fueron las editadas en México por la desaparecida
Editorial SEA, posteriormente reconocida como Novaro. Títulos como Tarzán, El
Llanero Solitario, Aventura, Domingos Alegres, Red Ryder, Roy Rogers, Gene Autry
y otras más, amén de una larga lista de personajes que se presentaban en
aquellas páginas, le alegraban el corazón y le permitían compartir diversos
datos sobre el noveno arte.
Gracias o a pretexto de las historietas, Ud. desarrolló con otras personas lo
que para los filósofos griegos fue una expresa virtud, un regalo de los dioses:
la Amistad. Y el tipo de relación afectiva que cultivó sin claudicaciones fue la
que surge del bien, aunque en ocasiones no se la reconocieran o no la valorarán.
Pero, Ud., igual perseveraba en ella.
Me reconozco protagonista del tipo de amistad que prodigaba. En 1992, cuando nos
conocimos, no sólo me regaló aquello que ningún mercado puede vender ni transar,
sino que me permitió también desarrollar aquello que para Cicerón y Séneca
implican armonía, buena voluntad y afecto. ¿Quiere pruebas? Gracias a Ud. pude
desarrollarla y forjarla con Juan Alberto López; Cristián Díaz; José Miguel
Quezada, Carlos Castillo, Luis Corvalán, entre muchos otros que me perdonarán
que no los mencione, pues sino, no término nunca.
Siempre que pasaba a saludarlo, ya fuera en la Avenida Argentina, la Plaza
O’Higgins, la Avenida Uruguay o cualquier otro lugar, la conversación se hacía
carne de inmediato y sólo las urgencias del momento eran capaces de detenerla.
Tengo que serle sincero: Por Dios que voy a echarlas de menos.
En efecto, como bien dice Ralph Waldo Emerson, y lo cito: “Si sientes que todo
perdió su sentido, siempre habrá un “te quiero”, siempre habrá un amigo. Un
amigo es una persona con la que se puede pensar en voz alta”. Que bien calzan
estas palabras con Ud.
Por eso, a pesar de su partida, mi querido amigo, don Juan, y disculpe que no lo
tutee, pues no lo hice antes y no va a ser esta la oportunidad en que lo haga,
“nuestra amistad no depende de cosas como el espacio y el tiempo” (Richard
Bach).
Estoy claro que Ud. ya partió derechito al Paraíso, pero no a cualquiera. El
suyo contiene las colecciones completas de sus revistas de historietas
favoritas, las cuales ya estará viendo y leyendo. Y cuando quiera hacer
ejercicios, por ejemplo, galopará en “Plata”, por el lejano Oeste, o se lanzará
en lianas por la selva africana y tarzanesca.
En la entrada de ese Paraíso, lo recibirá, que duda cabe, su querida Madre, doña
Alicia, y junto a ella, el Llanero, Toro, Tarzán, Jane, Boy, el Joven Halcón, la
Hermandad de la Lanza, el Sargento Preston, King de la Policía Montada, Wyatt
Earp, Buffalo Bill y tantos otros personajes que vivieron en su persona y hoy lo
reciben con toda gloria.
Que astuto el Invierno al no querer irse sólo. Seguramente buscó una buena
compañía para su partida, alguien que lo entretuviera en su viaje, y que mejor
que su persona para ello, pues, que de historias Ud. le narraría.
Querido Amigo, cuando muere alguien importante para los poderes terrenales, se
le rinden diversos honores, ninguno de los cuales Ud. necesita.
Cuando se es un fan de las historietas, se le despide con agradecimiento, con
sincero y profundo agradecimiento, no sólo por uno, sino por todos los que
compartimos su amistad, sus conocimientos y su sabiduría. ¡Por Dios, que nos
sentimos honrados y reconocidos de ella!
Citando a Paul Charles Bourget, gracias a Ud. una amistad noble es una obra
maestra a dúo, aunque en su caso, se multiplica al infinito.
Descanse en paz, mi muy querido Amigo, don Juan Olivares.
KENNETH D. MAC FARLANE LEUPIN

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Lord K
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